sábado, 9 de mayo de 2015

MUSEO DE LA DEFENSA CASA DE SUCRE



El lugar guarda los objetos personales y recuerdos de guerra del "Mariscal de Ayacucho" y de su esposa. En 1977 el Ministerio de Defensa recuperó la casa que perteneció a Antonio José de Sucre y a su esposa Mariana Carcelén. Desde entonces está abierta al público como un museo. El lugar se divide en dos plantas y cada una guarda los vestidos, los enseres, los muebles y los recuerdos de guerra del "Abel de América". Las visitas son guiadas. La historia cuenta que el general venezolano Antonio José de Sucre fue un apasionado de Quito. Tanto que se casó con Mariana Carcelén, Marquesa de Solanda, una de las quiteñas más acaudaladas, con quien formó un hogar en la casa ubicada en las actuales calles Venezuela y Sucre.



El 28 de abril de 1828, Sucre contrajo matrimonio con Carcelén, en un acto peculiar, pues el Mariscal de Ayacucho oficiaba para la fecha como Presidente de Bolivia, razón por la cual envió al general Vicente Aguirre como su representante en la ceremonia matrimonial. Aguirre, antes de esto, recibió el encargo de comprar una casa para residencia de la nueva pareja. Y adquirió la propiedad de la familia Carcelén. Acto seguido, y mediante correspondencia, le reseñó a Sucre la estructura del inmueble, y éste, gracias a sus estudios colegiales de ingeniería, mandó unos planos para su rehabilitación y decoración.
Finalmente, Sucre llegó a su hogar el 20 de septiembre del mismo año. Y allí le dio una tregua a su vida guerrera y política, para dedicarse a formar una familia. Así, luego de diez meses nació su hija Teresa Sucre. La felicidad con los suyos duró poco. Pues tuvo que dejar el país para asistir a un congreso en el que se quería evitar la disolución de la Gran Colombia.
Sin conseguir éxito en la gestión, el Mariscal emprendió su regreso a Quito. Pero el 4 de junio de 1830 una bala atravesó su cráneo en las selvas colombianas de Berruecos. 



Mariana Carcelén recibió la noticia del decenso semanas después. Acudió a recuperar el cuerpo de su esposo y lo escondió en el Convento del Carmen Bajo. Allí permaneció hasta 1904, cuando el gobierno de Eloy Alfaro decidió trasladar los restos a un mausoleo en La Catedral.

El Ministerio de Defensa compró la edificación en 1970, la restauró desde 1972 y la abrió para las visitas del público en 1977. A inicios del siglo XX, en el lado norte de la planta baja funcionaron una dulcería, una librería, una sastrería y una peluquería. El 24 de mayo de 1978, finalmente se inauguró el museo. “Por un tiempo, la casa estuvo pintada de azul, y se la conoció con ese nombre. Pero en la restauración se supo que el Mariscal había ordenado que la pintaran de blanco y se recuperó ese color”. En la Sala de los Próceres, Carlos Montúfar, Simón Bolívar y otros personajes históricos, quienes fueron pintados bajo la técnica de la fijación, siguen con la mirada a los 2 000 visitantes que recorren el lugar cada mes. Cruzando el patio de piedra, en un sable con las iniciales AJS, se lee: “No me saques sin razón, no me envaines sin honor”. Esa habitación era utilizada como dormitorio para la servidumbre. Por una escalinata de piedra, los empleados de la casa subían un escalón siempre detrás de los patrones. En la sala de visitas aparece una escena de la Batalla de Pichincha y los retratos de Bolívar y Sucre. Aquí, la pareja recibía a sus familiares y amigos cercanos. Una pared de bahareque separa esta habitación del salón
 
principal, en la cual se celebró la recepción de la boda Sucre-Carcelén. Pero fue el general Aguirre quien recibió un poder especial para ocupar el lugar frente al altar, en representación del Mariscal. Tres conjuntos de alfombras y tapices de los bajos sillones tallados en finas maderas, dan nombre a los salones rojo, verde y amarillo, que se distribuyen en este sector de la casona. Junto a este, tres reclinatorios frente a la imagen de San Antonio de Padua recrean el oratorio de la casa. “Mariana es, después de todo, quiteña y yo quiero una quiteña para mi compañera de vida”, se lee en la pared de la alcoba matrimonial. Y es que Sucre no fue el único extranjero que se dejó conquistar por los apasionados ojos de una quiteña. Las iniciales AJS se repiten al pie de la cama, hecha en madera de capulí. Junto al comedor, sencillamente decorado, está el repostero y la cocina. Allí, los alimentos se cocían al calor de la leña. Por una estrecha escalera de piedra se desciende al patio posterior donde se recreó la caballeriza. A través de un frío corredor se retorna al colorido patio central.


Este museo se encuentra ubicado en las calles Venezuela # 573 y Sucre, atiende los días martes viernes de 08:00 a 16:45 y los días sábado de 8:00 a 13:00, el valor para su ingreso es de $2 dólares.

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