domingo, 10 de mayo de 2015

CATEDRAL PRIMADA DE QUITO



Poco tiempo después de fundada la villa, el Cabildo entregó al clérigo Juan Rodríguez, su primer cura, un terreno en el costado sur de la plaza Mayor para la construcción del templo parroquial, que no fue más que una modesta estructura "pequeña y de tapias, cubierta de paja", reemplazada años más tarde por la Catedral una vez erigido el obispado de Quito el 8 de enero de 1545, pues se vio la necesidad de construir un templo acorde con su nueva categoría eclesiástica.
Construido y modificado en varias etapas, este templo es el apropiado ejemplo para explicar cómo un monumento colonial llega hasta nuestros días, después de un largo y tortuoso proceso de construcciones, ampliaciones y cambios que se inicia en el siglo XVI. En la primera etapa, entre 1562 y 1565, se la edificó "desde los cimientos" bajo la dirección del arcediano Pedro Rodríguez de Aguayo, quien en ese entonces gobernaba la diócesis en sede vacante, pues el primer obispo Garci Díez Arias había fallecido sin que la obra hubiera avanzado.
La consagración del templo la realizó el segundo obispo de Quito, fray Pedro de la Peña, en 1572, una vez que se completó su decoración interior con púlpito y retablos y se proveyó de
Imágenes, vasos sagrados y ornamentos.




El edificio se dispuso longitudinalmente, presentando su costado norte a la plaza Grande, debido a que por detrás, dejando poca superficie, corría la llamada quebrada de Sanguña, una de las más profundas de Quito. Ésta había sido buscada expresamente por los españoles para conservar distancia con la población indígena y servirse de el para la defensa. Al mantener esta orientación se evitaba la ejecución de grandes obras de canalización y relleno, por entonces imposibles de ser llevadas a cabo por falta de recursos económicos, carencia de materiales de construcción y falta de un entendido en técnicas constructivas sofisticadas. De hecho, esta curiosa disposición obedece también a formas particulares del urbanismo mudéjar, estilo que resulta de igual forma evidente en la estructura arquitectónica, basada fundamentalmente en arcos apuntados que definen la alargada nave central y las dos laterales, porque se cubría originalmente por una armadura de lazo morisco sobre la nave principal y el arco triunfal también apuntado. Dada la estrechez del sitio, en la iglesia no se construyeron capillas laterales hacia la plaza, y en el otro costado, las pocas que existen son poco profundas y una, más amplia, es paralela a la nave. La portada de pies se utiliza poco, pues mira a la calle, mientras que hacia la plaza se abrió a mitad del cuerpo de la nave una puerta de acceso, que se convirtió en la más importante.
La segunda etapa corresponde a la reconstrucción ordenada por el obispo Alonso de la Peña Montenegro, después del terremoto de 1660. En esta ocasión se la crece hacia el este, uniendo las naves laterales por detrás del coro, se abre una nueva portada hacia la plaza, se amplía la sacristía y, en edificio aparte, se construye la sala capitular. La tercera etapa se inicia en 1794 cuando el obispo Díaz de la Madrid resolvió mejorar el templo que era "oscuro y desaliñado".
Para ello trasladó el culto a la iglesia de los jesuitas expulsados y regaló al convento de Santa Catalina el retablo mayor; sin embargo no pudo avanzar la obra pues falleció repentinamente. Después del terremoto de 1797, aprovechando las obras de refacción arquitectónica, se realizaron cambios en la decoración interior con un nuevo coro, en cuyo tallado se asegura que participó el genial Caspicara, incorporándose pinturas de los insignes maestros Manuel de Samaniego y Bernardo Rodríguez, desplazándose del coro el gran lienzo del siglo XVII de Miguel de Santiago sobre el Tránsito de la Virgen. La armadura de lazo mudéjar al parecer fue reemplazada por el coronel español Francisco Eugenio Tamariz, director de las obras de reparación. En esta misma época se construyeron al exterior el atrio, las escaleras en abanico hacia el acceso lateral y el templete, llamado de Carondelet, obra neoclásica fechada en 1807, que muestra el retraso con el que se aplicaban los estilos europeos. En su ejecución intervino el ingeniero militar español Antonio García, llamado desde Popayán por el XX presidente de la
Audiencia, Luis Héctor Barón de Carondelet, y por el obispo Cuero y Caicedo, propulsores de los arreglos y de las obras complementarias. El templete, originalmente con la piedra recubierta con una capa blanca y vetas oscuras, daba la impresión de estar elaborado en mármol y fue absurdamente limpiado en las primeras décadas del siglo XX. El atrio se desarrolla a todo lo largo del templo, brindándole una base continua. En su extremo este, el desnivel permitió la construcción de unas covachas, tradicionalmente arrendadas a pequeños negocios.
El pretil, trabajado en piedra tallada con una balaustrada ciega, tiene de trecho en trecho bolas sobre pedestales con decoraciones florales, con la particularidad de que cada una tiene un diseño tallado diferente. Se rematan sus tramos con esbeltas pirámides coronadas con bolas, que recuerdan a las de San Francisco.
La Catedral constituye el templo mayor sede de la arquidiócesis primada de Quito. En 1995 fue elevada a Catedral Primada de Ecuador, lo que la convierte en el templo católico de mayor jerarquía en el país. Con su Planta Rectangular y cubierta de artesonado es uno de los mayores muestras del estilo Neoclásico de la Ciudad.




En su interior vamos a poder apreciar obras de grandes exponentes de la escuela quiteña como Samaniego con la muerte de la Virgen, la divina pastora, Caspicara con La Sabana Santa, La Virgen Dolorosa o Bernardo Rodríguez:

  • La Pesca Milagrosa
  • San Pablo Arroja la víbora al Suelo
  • San Pedro Curando un Paralítico
  • Adoración de los Reyes Magos


Horario: Lunes a Sabado de 09h00 a 17h30 Dirección: Venezuela y Espejo y Garcia Moreno Teléfono: 22570371 Precios: 2,00 Adultos – Estudiantes 1,00

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